La princesa mojada por el agua de lluvia
llora el rio que todos decimos llorar,
y su llanto corre entre ella y sus amigos,
seres queridos de los que nos alejamos aunque no nos queremos alejar.
Caminaba hacia el oeste tratando de perder el rumbo,
y un enjambre de emociones lastimaban su pecho.
Sentimientos encontrados y esperanzas perdidas,
y un único deseo, el de desaparecer.
La soledad era una compañera que no quería tener,
pero la única que podía ser su amiga.
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