jueves, 24 de diciembre de 2009

Es increible,

hoy abri los ojos

y ya era navidad...



Felices Fiestas

martes, 8 de diciembre de 2009

Lucas y Rocio (1)

Lucas era un chico sencillo, centrado, respetuoso; sus ojos color chocolate demostraban su determinación, y su porte serio describía a la perfección su personalidad disciplinada y rigurosa.

Era estudiante de dibujo en un colegio de bellas artes, lugar donde por alguna razón había ganado el título de “genio”, aun cuando él mismo no se consideraba tal, ya que simplemente no creía en ese tipo de categorías. Mientras las personas a su alrededor sostenían que dibujaba con cierto instinto, para él simplemente era práctica, práctica que le había brindado experiencia; la practica ayudaba a cualquier persona a desarrollar mejor sus talentos, y por tanto, lograr ciertas metas, incluso tal vez, permitiéndoles evitar algunas etapas intermedias.

Lucas, creía, además de en la práctica, en la perseverancia, el talento, y sobre todo, el trabajo duro. Según él, las palabras “genio” o “prodigio” significaban generalmente cierta habilidad que poseía una persona gracias a la cual ciertas tareas de diferente tipo le resultaban más fáciles. Él simplemente se limitaría a catalogarlo como un talento diferente, uno que en vez de centrarse simplemente en ciertos aspectos particulares se extendía volviéndolo más general.

Casi a mitad de su segundo año de secundaria, a principios de junio, había entrado en su clase Rocío, una muchacha sonriente que iba a esa misma escuela, pero que el año pasado se dedicaba a la pintura, y que sin embargo, había probado tener todo lo necesario para unirse a una clase no solo a mitad de año, sino también a una que profesaba una carrera diferente a la que se había dedicado todo el año anterior.

Por supuesto, y aunque ella parecía no prestarle demasiada atención, Rocío también había sido catalogada bajo la palabra “genio”, podía ser buena en lo que ella quisiera según decían. Para Lucas, simplemente se le daban bien las artes, y por eso, aun habiendo cambiado de carrera, era buena en lo que hacía.
Un día cercano al invierno, luego de una clase donde se habían dedicado a dibujar su propia visualización sobre un plato cargado de naturaleza muerta puesta al frente del salón, Lucas era el último en salir. Antes de irse se acercó a saludar a su profesora, a quien encontró muy concentrada observando el cuadro de su ahora compañera de banco.

Trazos finos, delicados y precisos, un sombreado leve dándole al cuadro cierta claridad, y un fondo abstracto creando cierto misterio alrededor. Pudo notar que ciertos detalles habían sido conscientemente omitidos, y aun así era un gran trabajo. Dibujó lo que le pareció necesario dibujar, había dicho su profesora, más para sí misma que otra cosa, según ella, Rocío dibujaba por instinto. A pesar de resultarle una contradicción, Lucas no pudo negar tal afirmación.

¿Acaso Rocío había podido poco a poco cambiar las creencias que tenia Lucas?
Por supuesto que no.
Había cambiado a Lucas, completamente.